Nuestro amigo y compañero Luciano (Lucho) nos dejaba físicamente, ese mismo día. Lo que había arrancado como un hermoso día de comienzo de clases, se transformaba en el mayor dolor de la historia de nuestra escuela.
Nuestro amigo partió, y dejó para siempre su sonrisa eterna, sus apuros constantes, su participación en todo proyecto superador. Sus ganas inacabables, su caracter inquieto, vivaz, imposible no quererlo. Todos los que conocieron a Lucho saben que no hay palabras exactas para definir la entrega, la pasión y el amor que ponía en todo lo que hacía. Su recuerdo está presente en cada momento. Nos acompaña a toda hora y en cada tarea.
Siempre lo tendremos presente, nunca dejaremos de escuchar su risa, nunca dejaremos de admirarlo, de extrañarlo y de honrar su nombre.
Amigo, en donde quiera que estés, que hayas encontrado ese sueño que tanto decías buscar.